Ante la sugerencia de nuestro profesor de comentar qué cosas nos han aportado estos último meses de formación universitaria, cabe decir que durante estas clases del último curso del Grado en Ciencias Políticas he descubierto personalmente una forma de adquirir conocimiento que lamentablemente hasta este momento no había conocido ni en estudios universitarios ni en los previos.
Personalmente, y estoy seguro que varios de mis compañeros y compañeras de clase lo comparten, me ha parecido bastante satisfactoria la libertad que el profesor nos otorga a la hora de participar en clase y a la hora de asumir los conocimientos que entre todos se van formando. Esto es algo que se distancia con el viejo paradigma de la educación en el que el profesor, siendo la autoridad académica y el poseedor de gran experiencia en el ámbito de estudio, es quien posee la verdad absoluta. En este caso, no existe debate alguno sobre unas clases magistrales que no suelen incentivar la participación del alumnado y que trabajan por que el estudiante memorice la información que le llega y después la libere -o vomite como se suele decir- en un examen final que servirá para poner la nota de la asignatura y que será tenida en cuenta por el Ministerio de Educación a la hora de la concesión de las becas económicas.
Durante los meses que llevamos de asignatura, y a falta de la parte de cuatrimestre que aún queda por delante, saco un balance positivo de la asignatura. En ella se ha creado una comunidad de aprendizaje en la que el profesor resulta cercano para sus alumnos, tanto personalmente como a través de las redes sociales, y su figura sirve para coordinar y aportar conocimiento a dicho grupo que supone una innovadora forma de impartir clases universitarias que debería ser tenida en cuenta con mayor frecuencia en los centros escolares de nuestro país.
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